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jueves, 28 de agosto de 2008

Viaje a Buenos Aires, parte 1

Esta es la primera vez que voy a Buenos Aires, y la primera que viajo tan lejos de grande, y la primera vez que veo una metrópolis como lo es Buenos Aires, un mar de autos y de gente donde cada semáforo marca una nueva ola. Ya desde el barco, a lo lejos se veía la majestuosidad de su arquitectura.


Al llegar, el viernes 22 a eso de las 17:30, me llamó la atención de que hallan tantas cebras, y me dije a mi mismo "esta ciudad respeta mucho a los peatones", es que aquí en Uruguay las cebras es donde los autos frenan al ver peatones que quieren cruzan, sin importar si hay un semáforo, el tema es que en Argentina las cebras representan otra cosa, son las "zendas peatonales", o sea, donde cuando un semáforo para los autos uno como peatón debe cruzar. Luego me di cuenta que los semáforos no están hechos para las personas, están hechos para los autos, o sea uno no tiene un semáforo en frente que se pone verde cuando uno debe pasar, como es aquí, en la gran mayoría de las ocasiones, el peatón debe fijarse cuando debe pasar mirando el semáforo en rojo para los autos, lo cual es difícil de ver ya que uno está debajo. Ahí caí en que no se respetaba al peatón tanto como yo pensaba en un principio, es más, cuando uno puede cruzar, si hay un auto que puede doblar no te dejan pasar, es más, si vos estás pasando antes que el auto el tipo te frena a 5 cms y te mira como diciendo "no ves que tengo auto, tengo que pasar primero", y bueno, es así, está muy arraigada la cultura del "tengo más poder y te lo tengo que mostrar" y el auto da ese poder. Es como una especie de lucha de personas entre personas donde en realidad nadie gana nunca.


Igual por esas pocas cuadras que caminé no había tanto auto, luego que terminé de caminar por la Avenida de los inmigrantes y caí en la primer avenida grande, av. Antártida Argentina, me sentí en medio de un caos de autos y gente que no podía entender. Las calles eran 5 veces más grandes que cualquier avenida de Montevideo, y había 20 veces más autos. Además caí justo en hora pico, donde la gente estaba saliendo del trabajo, y todavía un viernes cuando todos están apurados de llegar a sus casas. Sigo caminando y veo el hotel Sheraton, que es flor de edificio, por ahí pregunto para que lado quedaba Maipú, donde estaba el hostel, a una muchacha que pasaba, muy amable ella me trata de ayudar indicándome para donde ir.

Sigo caminando y me encuentro con una plaza enorme que me asombra, luego supe que era la plaza San Martin, y entrando por el costado bajo por Florida, una peatonal hermosa, un paseo obligado para todo turista que cae en Buenos Aires, lleno de negocios, por todos lados te venden algo, hay mucha oferta de todo, mucha ropa, mucho souvenir, mucho cuero, mucho mate y lleno de gente. Yo asombrado, pero con la mochila y el bolso a cuestas y un poco cansado por el viaje no disfruté mucho del "paseo". Una cosa que me asombró es la cantidad de mujeres lindas que había por esos lugares, uno piensa en que como hay más gente hay más mujeres lindas, pero lo que cuenta es la densidad, hay mucha mujer linda, tanto jóvenes como veteranas, se nota que se cuidan mucho y que el tema del "como me veo" importa mucho en su cultura, sobre todo en el lado femenino. También noté una cosa "apendejada" de las mujeres grandes que se visten y hablar como si tuvieran 15 años, algo raro pero a la vez interesante, porque es algo cultural, y que acá no pasa.


Luego de la caminata llego a "el firulete", el hostel donde había reservado vía web, que queda en Maipú y Perón. Hago el chek-in, dejo los bolsos y me preparo para la primer travesía: subirme por primera vez al subte e irme hasta el Abasto. Ese paseo lo dejo para la próxima parte.

1 comentario:

recorrecaminos dijo...

Lindo tu relato, como te vas transformando de peatón orgulloso-de-serlo a pobre víctima de la gran urbe. EN un par de semanas viajo, ya no le veré igual. Un abrazo grande. VP